“We’re neither from here nor from there,” is commonly heard amongst Raza.. In response, one also hears: “We’re from here, and there.” The first line was memorialized in the Selena movie, exposing an existential angst amongst Mexican Americans. Nowadays, that angst most likely applies to any person or migrant of color.
That angst was present in 1940s-era pachucos/pachucas. Feeling alienated by US and Mexican cultures, they rejected both, instead creating their own culture, language, music, style and attitude.
In between those two generations, Chicano Movement activists, went further, asserting the existence of Aztlan — a Chicano nation. Aztlan, was purportedly from where the Aztec-Mexica had come from. Back then, I loved that idea, but actually thought it was unrealistic, thinking the United States would militarily repress and nuke such an emerging nation.
Such ideas, however, were beyond belonging or not belonging to countries, but rather about something deeper; about belonging and being connected and related to the ancient history of this continent and to other living Indigenous peoples, especially other maiz-based peoples.
Was it ever a realistic goal? For some, yes. Regardless, that existential question has never gone away. This has been reinforced amid discussions regarding the creation of a Raza cultural embassy in Tollan-Teotihuacan, regarding connections and relatedness and coming to Mexico/Central America and the rest of the Americas as relatives, not tourists, and be able to proclaim that “We are from here and there.”
Some reduce this question to labels, such as: Raza, Spanish, Iberoamericans, Hispanic, Latinx, etc. Yet, this isn’t about what the government or corporate America impose upon Brown peoples.
Yet, is there actually a Brown nation(s), regardless of name? Yes, but agreeing to the nature of such a nation would be difficult as in the 1960s-1970s, there was no consensus. As an aside, can Puerto Ricans ever have their own state or nation? Yes. If they are able to exercise self-determination.
Initially, I like the idea of a borderless spiritual nation, which arguably already exists. Formerly, talk of a Brown nation was always about the land stolen from Mexico after the 1846-1848 US War against Mexico, i.e., today’s US Southwest. Aztlan, incidentally, was not the Southwest, though it was so named by 1960s-1970s activists. Since then, Maiz-based peoples now live everywhere. Limiting it to what was formerly Mexico would leave out millions of peoples of the same cultural background, particularly from outside the Southwest. Incidentally, peoples under the Census-created Hispanic/Latin labels, do not necessarily share the same culture. Instead, they allude primarily to peoples formerly colonized by Spain, not necessarily a cultural unifier.
But why this discussion now? Answer: never been treated as “real Americans.” This has included an “enemy other” existence, such as being subjected to lynchings, land theft, segregation, discrimination, voter suppression, racial profiling and police abuse with impunity, and massive 20th century campaigns that resulted in the deportation of millions of Brown peoples, including many US citizens. This, while always serving honorably in the US armed forces.
That illegal war resulted in the theft of half of Mexico’s territory and the subjugation of those that remained, always subject to hostilities.
While Brown peoples were dehumanized in previous centuries - or treated as colonial subjects — what of the 21st century? Some will argue that despite progress, the basic relationship between US institutions and peoples of Mexican origin — and increasingly of Central American and South American origin also, who share the same Indigenous Maiz-based cultures — remains the same. This also includes the educational system, plus Hollywood and the mainstream media.
This reality has historically produced two primary impulses: calls for full integration, or rebellion, and often, both. Even the Chicano Movement exhibited both of these impulses. However, many of the assimilationists longed for equality, but also whiteness. Raza activists rejected whiteness, generally claiming a range of mestizo-Indigenous roots and consciousness, and nowadays, adding “new” admixtures, i.e., including Indigenous peoples from the Americas and the Caribbean — plus African Americans, etc.
Again, why this discussion now? Because the previous president and his minions have highlighted the unadulterated racial hate that has always existed against Mexicans/Brown peoples in this country, amongst others.
If a Brown nation did arise, it would probably proclaim itself an Indigenous-based nation, guaranteeing full rights and justice for peoples of all races, cultures and genders.
But do Brown peoples have such a right? Answer: Have they ever been treated as “real Americans” — as full human beings, with full human rights, especially now, when they’ve become the nation’s consummate political piñatas? Given their ancient and living connection to the land, to this continent, though generally de-Indigenized, that can still give us the answer. If this hate is normalized, probably not. But if pushed, perhaps one day they’ll/we’ll get tired of that centuries-long reality.
Roberto Dr. Cintli Rodriguez is an associate professor emeritus at the University of Arizona Mexican American Studies and is the author of several books, including “Our Sacred Maiz is Our Mother” (2014), “Yolqui: A Warrior Summoned from the Spirit World” (2019) and “Writing 50 years Amongst the Gringos,” published recently by Aztlan Libre Press. Email XColumn@gmail.com.
“No somos ni de aquí ni de allá”, se escucha comúnmente entre Raza. En respuesta, también se escucha: “Somos de aquí y de allá”. La primera línea fue conmemorada en la película de Selena, exponiendo una angustia existencial entre los Mexicoamericanos. Hoy en día, esa angustia probablemente se puede aplicar a cualquier persona o migrante de color.
Esa angustia estaba presente en los pachucos/pachucas de la década de 1940. Al sentirse alienados por las culturas estadounidense y Mexicana, rechazaron ambas y, en cambio, crearon su propia cultura, idioma, música, estilo y especialmente, su actitud.
Entre esas dos generaciones, los activistas del Movimiento Chicano fueron más allá y afirmaron la existencia de Aztlán, una nación chicana. Aztlán, supuestamente era de donde habían venido los Aztecas-Mexicas. En ese entonces, me encantaba esa idea, pero en realidad pensé que no era realista, pensando que Estados Unidos reprimiría militarmente y bombardearía con bombas nucleares a una nación tan emergente.
Tales ideas, sin embargo, iban más allá de la pertenencia o no pertenencia a países, sino de algo más profundo; de pertenecer y estar conectado y relacionado con la historia milenaria de este continente y con otros pueblos Indígenas vivos, en especial otros pueblos de maíz.
¿Alguna vez fue una meta realista? Para algunos, sí. De todos modos, esa pregunta existencial nunca ha desaparecido. Esto se ha reforzado en medio de discusiones sobre la creación de una embajada cultural Raza en Tollan-Teotihuacan, Mexico, sobre conexiones y parentesco y de poder venir a México/Centroamérica y el resto de las Américas como parientes, no turistas, y poder proclamar que “Nosotros somos de aquí y de allá.”
Algunos reducen esta pregunta a etiquetas como: Raza, español, iberoamericano, hispano, latinx, etc. Sin embargo, no se trata de lo que el gobierno o las corporaciones estadounidenses imponen a los pueblos de la Raza.
Sin embargo, ¿existe realmente una(s) nación(es) de bronce, independientemente del nombre? Sí, pero sería difícil aceptar la naturaleza de tal nación, ya que en las décadas de 1960 y 1970 no había consenso. Aparte, ¿pueden los Puertorriqueños tener su propio estado o nación? Sí. Si son capaces de ejercer la autodeterminación.
Inicialmente, me gusta la idea de una nación espiritual sin fronteras, que podría decirse que ya existe. Anteriormente, hablar de una nación de bronce siempre se refería a la tierra robada a México después de la Guerra de los Estados Unidos contra México de 1846-1848, es decir, el suroeste de los Estados Unidos de hoy. Aztlán, dicho sea de paso, no era el suroeste, aunque los activistas de las décadas de 1960 y 1970 lo llamaron así. Desde entonces, los pueblos basados en el maíz ahora viven en todas partes del Norte. Limitarlo a lo que antes era México dejaría fuera a millones de personas del mismo trasfondo cultural, particularmente de fuera del suroeste. Incidentalmente, las personas bajo las etiquetas Hispano/Latino creadas por el Censo, no necesariamente comparten la misma cultura. En cambio, aluden principalmente a pueblos antiguamente colonizados por España, no necesariamente un unificador cultural.
Pero, ¿por qué esta discusión ahora? Respuesta: nunca han sido tratados como “estadounidenses reales”. Esto ha incluido una existencia de “otro enemigo”, como ser objeto de linchamientos, robo de tierras, segregación, discriminación, supresión de votantes, discriminación racial y abuso policial con impunidad, y campañas masivas del siglo XX que resultaron en la deportación de millones de personas de color, incluidos muchos ciudadanos estadounidenses. Esto, mientras siempre sirvieron honorablemente en las fuerzas armadas de los EE. UU.
Esa guerra ilegal resultó en el robo de la mitad del territorio de México y el sometimiento de los que quedaron, siempre sujetos a las hostilidades.
Si bien los pueblos de bronce fueron deshumanizados en siglos anteriores, o tratados como súbditos coloniales, ¿qué ha pasado en el siglo XXI? Algunos argumentarán que, a pesar del progreso, la relación básica entre las instituciones estadounidenses y los pueblos de origen Mexicano, y cada vez más también de origen Centroamericano y Sudamericano, que comparten las mismas culturas Indígenas basadas en el maíz, sigue siendo la misma. Esto también incluye el sistema educativo, además de Hollywood y los principales medios de comunicación.
Esta realidad históricamente ha producido dos impulsos primarios: llamados a la integración total oa la rebelión y muchas veces, ambos. Incluso el Movimiento Chicano exhibió estos dos impulsos. Sin embargo, muchos de los asimilacionistas anhelaban la igualdad, pero también la blancura. Los activistas del Movimiento Chicano rechazaron la blanquitud, alegando generalmente una variedad de raíces y conciencia mestiza-Indígena, y en la actualidad, agregando “nuevas” mezclas, es decir, incluidos los pueblos Inodígenas de las Américas y el Caribe, además de los Afroamericanos, etc.
Una vez más, ¿por qué esta discusión ahora? Porque el presidente anterior y sus secuaces han destacado el odio racial puro, que siempre ha existido contra los Mexicanos/los pueblos de bronce en este país, entre otros.
Si surgiera una nación de bronce, probablemente se autoproclamaría una nación de base Indígena, garantizando plenos derechos y justicia para los pueblos de todas las razas, culturas y géneros.
Pero, ¿tienen los pueblos de bronce tal derecho? Respuesta: ¿Alguna vez han sido tratados como “estadounidenses reales”, como seres humanos completos, con plenos derechos humanos, especialmente ahora, cuando se han convertido en las piñatas políticas primarias de la nación? Dada su conexión antigua y viva con la tierra, con este continente, aunque generalmente des-indigenizados, eso todavía puede darnos la respuesta. Si este odio se normaliza, probablemente no. Pero si se les presiona, tal vez algún día se cansarán/nos cansaremos de esa realidad que hemos vividos por siglos.
Roberto Dr. Cintli Rodríguez es profesor asociado emérito en la Universidad de Arizona y es autor de varios libros, incluido “Yolqui: un guerrero convocado desde el mundo espiritual”. También dirige el Raza Killings Database Project: Xcolumn@gmail.com
From The Progressive Populist, August 15, 2022
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